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viernes, 25 de octubre de 2013

El efecto de los brazos maternos.


Nada como los brazos de una madre para consolar y proteger a su bebé, sobre todo si le acuna mientras camina.



 


Un estudio indaga en las razones por las que este gesto innato es capaz de calmar el llanto del recién nacido y descubre que, más allá de la relación afectiva, existe una explicación científica basada en un mecanismo fisiológico.

Los efectos son inmediatos. "Se reduce la actividad del sistema nervioso y la del motor. La frecuencia cardiaca disminuye" y el bebé se tranquiliza. Así lo observaron los autores de la investigación después de examinar a 12 niños sanos entre uno y seis meses de vida. "Grabamos su ritmo cardiaco cuando se les tumbaba en la cuna y mientras la madre les llevaba en brazos, sentada o caminando".

El electrocardiograma desveló claras diferencias, entre la cuna y el calor de los brazos.

Y entre el calor de la madre sentada o caminando, los pequeños prefieren el movimiento. Cuando su progenitora se sentaba con el niño en brazos, su ritmo cardiaco se aceleraba, lloraba y no paraba de moverse. En cuanto se levantaba y se trasladaba, sus constantes descendían inmediatamente y el bebé se mostraba más tranquilo. Sin embargo, al sentarse de nuevo, el recién nacido volvía a quejarse.

En definitiva, reclamar los brazos de la madre y preferir el movimiento no es un capricho ni tampoco que el bebé haya aprendido a exigir a conciencia.  Según el artículo publicado en la revista “Current Biology”, se trata de una necesidad fisiológica, "un mecanismo de defensa" propio de todos los mamíferos.

Kuroda y su equipo, también desarrollaron este experimento con crías de ratón durante sus primeras semanas de vida. El efecto calmante de los brazos maternos en movimiento era el mismo. Dejaron de llorar y se mostraron más relajadas. Al igual que otras especies como los gatos y los leones, las crías adoptaban la postura fetal, flexionando las piernas.

Los investigadores apuntan a un sentido del tacto y de la “propiopercepción”, un término que alude a la capacidad de reaccionar cuando la madre toca al bebé e incluso cuando notan los movimientos corporales de su progenitora.

El movimiento relaja. "Los bebés se sienten más cómodos cuando les cogemos de pie y siempre les relaja el movimiento", afirma Mara Cuadrado, psicóloga infantil del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. A esto se suma que si la persona que los mece es su madre, los resultados son inmediatos. "Con quien se vincula el bebé es con quien más le coge cuando nace, con quien le cuida, le protege y le alimenta". Pero la unión comienza a forjarse mucho antes, durante la gestación, "cuando el sonido que más escucha es la voz de su madre, su ritmo cardiaco, incluso percibe su temperatura". Ese vínculo se refuerza después, "con la forma en la que su madre le coge (diferente de la de los demás) y otras variables como el olor, algo que el bebé detecta nada más nacer".


Dados los resultados del estudio, cuando el lloro es un mecanismo de defensa, como ocurre en los recién nacidos, no hay que escatimar en mimos. De hecho, según los investigadores, podría ayudar a prevenir los traumatismos derivados del síndrome del bebé zarandeado. "El mayor factor de riesgo de esto es el lloro inconsolable de un bebé".

El niño no deja de llorar, los padres o los cuidadores ya no saben qué hacer, se frustran, "se crispan y pueden zarandear al pequeño creyendo que no le van a hacer daño", explica Gustavo Lorenzo, neurólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Sin embargo, "puede producir daños cerebrales, ataques epilépticos y trastornos del habla, entre otros problemas del desarrollo neurológico, incluso la muerte".
"La explicación científica de esta respuesta infantil ayudará a los padres a entender su lloro, no como un intento de manipulación, sino como una necesidad fisiológica" que está reclamando brazos y que es importante cubrir, remarca Kuroda. "Resulta beneficioso tanto para la madre como para el bebé".

Aunque todo en su justa medida, coinciden la psicóloga y el neurólogo. "El niño puede acabar acostumbrándose a ser excesivamente bien recibido y el llanto deja de ser un mero mecanismo de defensa".
 

viernes, 18 de octubre de 2013

El vencejo: Un ave que vuela seis meses seguidos sin parar.


Científicos documentan por primera vez cómo los vencejos permanecen en el aire durante 200 días, sin evidencias de aterrizaje, en su migración hacia África.

 

El vencejo real, es capaz de mantenerse seis meses enteros en el aire sin tocar el suelo en su camino de migración hacia África. Hasta la fecha, desplazamientos continuos tan prolongados solo habían sido documentados en animales terrestres.
 Aunque parezca increíble, según explican los científicos en su estudio publicado en Nature Communications, todos los procesos fisiológicos vitales, incluido el sueño, ocurren entre las nubes.
En 2011, Felix Liechti y sus colegas del Instituto Ornitológico Suizo, colocaron a seis vencejos reales etiquetas electrónicas (un pequeño sensor) para registrar sus movimientos y conocer la energía que gastan, con qué frecuencia se detienen y cuánto tiempo pasan volando. Estas pequeñas y ligerísimas aves pasan el verano en Europa, donde se reproducen, y después migran a África para pasar el invierno, a miles de kilómetros de distancia.
Un año después, cuando tres de los pájaros regresaron al mismo lugar de reproducción, los científicos recuperaron sus etiquetas electrónicas. «Cuando nos fijamos en los datos, nos quedamos totalmente impresionados -afirma Liechti a la revista del Smithsonian-. Durante su período no reproductivo en África, siempre habían estado en el aire» Durante más de 200 días consecutivos, los pájaros se habían quedado en el aire sobre el África occidental. Las etiquetas solo recogen datos cada cuatro minutos, así que es imposible descartar la posibilidad de que aterrizaran en ocasiones entre esos intervalos,
«Se quedaron en el aire durante todo el tiempo que pasaron al sur del Sahara, el día y la noche», dice el científico. «A veces simplemente se deslizan durante unos minutos, así que no hay movimiento, pero el ángulo del cuerpo indica que todavía están planeando en el aire».
Cómo las aves son capaces de lograr esta hazaña todavía es un misterio. Pueden alimentarse de los insectos en el aire, pero ¿son capaces de dormir con el «piloto automático»? Los patrones de sueño en las aves son diferentes a los de los mamíferos, pero los autores del estudio creen que sus datos dan una respuesta positiva.
 
Y por qué iban a querer los vencejos pasar tanto tiempo en el aire, en vez de estar cómodamente posados sobre una rama? Liechti cree que quizás la dieta sea la clave. «Cuanto más al norte se van, más permanecen en el suelo por la noche. Cuanto más al norte, menos insectos hay en el aire, lo que podría estar relacionado», dice. También sugiere que hacer su vida en el aire podría reducir el riesgo de depredación o de contraer una enfermedad.
 
 
 
 

sábado, 12 de octubre de 2013

La curiosidad.








Se dice, que la curiosidad es cualquier comportamiento inquisitivo natural por la observación y el aspecto emocional que engendra la exploración, la investigación y el aprendizaje.... Pero esta definición puede resultar incompleta, o, quizás, no haya palabras para conseguir un significado pleno. 

La curiosidad es un mecanismo que nos impulsa a buscar información e interacción con el ambiente natural y con otros seres. 

Bruyère la definía así: “la curiosidad es única, ya que no se inclina tanto a lo bueno y lo bello como a lo que es raro”

Muchas figuras históricas se dejaron llevar por la curiosidad, de ahí sus victorias para explorar, conquistar, … como Cristóbal Colón, Magallanes, etc… Y no sólo es común al ser humano, sino también a otros animales; como monos, gatos, peces, reptiles e insectos, ya que comparten tamaño limitado y una necesidad de buscar fuentes de alimento.

Alguien dijo: “La juventud de un ser no se mide por los años que tiene, si no por la curiosidad que almacena.”.. y otro escribió: “El aburrimiento se cura con curiosidad. La curiosidad no se cura con nada.
 



domingo, 6 de octubre de 2013

Otoño-





El umbral de la mañana cada día empieza más tarde, cada día después. Ha irrumpido el Otoño y el invierno a la espera de hacer su entrada.
Unos dicen que aún nos quedan días de calor y otros, que ya han tocado a su fin. La última palabra la tiene el cambio climático, del que muchos hablan, pero pocos saben en qué consiste.
¡En fin!, quizá lo mejor sea hacer, como dice Victoria Beckham  que hace: “Yo sólo me preocupo del tiempo para saber qué ropa ponerme”.
Eso dice.