La Agencia Espacial Europea explica que en los últimos 200 años el campo magnético de la Tierra ha perdido alrededor del 9% de su fuerza en un promedio global, sobre todo visible en un área entre África y América del Sur, pudiendo desembocar en una inminente inversión de los polos. No obstante, los científicos advierten que se trata de una “fluctuación considerada como normal.
El campo
magnético de la Tierra no solo sirve para que diversos instrumentos, como
la brújula, puedan funcionar correctamente, sino que es de gran importancia
para el mantenimiento de la vida en nuestro planeta. Gracias a esta fuerza,
generada por el movimiento del núcleo externo de la Tierra que crea corrientes
eléctricas, nuestro planeta puede protegerse de la radiación cósmica y los
vientos solares.
Los
satélites y las naves espaciales que sobrevuelan ese área es más probable que
sufran algunos fallos como consecuencia de este desbarajuste.
De 1970 a 2020, la intensidad de campo mínima
se redujo alrededor de 24.000 nanoteslas (unidad de inducción magnética) a
22.000, mientras que al mismo tiempo el área de la anomalía creció y se movió
hacia el oeste a un ritmo de alrededor de 20 km por año.
En los
últimos cinco años, ha surgido un segundo centro de intensidad mínima al
suroeste de África, lo que indica que la Anomalía del Atlántico Sur podría
dividirse en dos células separadas.
El campo magnético de la Tierra a menudo se
visualiza como un poderoso imán de barra dipolar en el centro del planeta,
inclinado alrededor de 11 ° con respecto al eje de rotación. Sin embargo, el
crecimiento de la Anomalía del Atlántico Sur indica que los procesos
involucrados en la generación del campo son mucho más complejos.
Esa
complejidad es la misma que puede explicar porque el polo norte magnético se
ha estado desplazando desde Canadá hacía Siberia desde 1831. Durante ese año, la velocidad a la
que se desplazaba no superaba los 15 kilómetros al año. Ahora lo hace a unos 50
60 kilómetros por año.
Hasta que no
se siga investigando al respecto, los científicos no podrán conocer el destino
del polo norte magnético, aunque advierten que es posible que se siga
desplazando hacia Siberia durante las próximas décadas.
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