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viernes, 25 de septiembre de 2020

Toledo

 



La Ciudad Imperal fue construida para ser impenetrable. Entre las murallas que la rodean y el anillo que forma el Río Tajo a su alrededor, se convirtió en una localidad inexpugnable durante siglos. El único que se atrevía a desafiarla era el sol cuando se ponía y hacía brillar su Casco Histórico, el más grande del mundo. Para disfrutar el anochecer al completo, el mejor sitio para verlo es el Valle, la montaña que preside la ciudad.

El hombre siempre encontró en el Torno del Tajo un lugar de privilegio estratégico para asentarse. En alto y rodeada por el foso natural del río, no deja dudas de su emplazamiento defensivo y de vigilancia. Por ello, algunos de los monumentos importantes están relacionados con su estructura militar: el Alcázar, las murallas o el Castillo de San Servando…

Toledo, memoria en sus muros, declarada Patrimonio de la Humanidad, no nos permite elegir entre las fuentes de su cultura y su historia: toda ella es mezcla de tiempos y pobladores, de culturas y religiones, todos los estilos están en sus monumentos, todas las actividades seculares se representan en ella y su visita engrandece el alma, la inteligencia y la cultura. Toledo no deja indiferente y se nos clava en la memoria como el lugar al que volver siempre y que nunca terminaremos de conocer.

Se erige como una ciudad tolerante, elegida por distintos pueblos que la habitaron y que supo respetar sus pasos, conservando aún hoy huellas importantes que le han otorgado el sobrenombre de Ciudad de las Tres Culturas.

Parada obligada son: la Mezquita del Cristo de la Luz, la Sinagoga de Santa María La Blanca y la Sinagoga del Tránsito.

En su Catedral, una de las maravillas de la ciudad y del mundo,  la Sacristía Mayor está presidida por El Expolio de El Greco, también se encuentra el Tesoro Relicario con la Custodia de Arfe.

Cita importante el Corpus, Fiesta de Interés Turístico

 Internacional. La ciudad se engalana con adornos y toldos en el recorrido que realiza la procesión con la magnífica Custodia de Arfe. La Plaza de Zocodover, uno de los lugares donde se respira más emoción con la llegada de la procesión.

 



martes, 15 de septiembre de 2020

Verano 2020

 Este verano nos quedamos en casa, en nuestro país, en nuestro pueblo o nuestro mar.



Hace un año, ya habíamos vuelto de ese viaje de vacaciones y pasábamos en el metro más tiempo que en casa, cuando los aplausos solo eran cosa de teatros y eventos deportivos. Sí, el mundo era una fruta desbordante y jugosa.


Sin embargo, ahora todo es muy distinto. O al menos, diferente. Este verano hemos cerrado algo más los ojos sentido el salitre de la brisa y saboreado y prolongado el tiempo haciendo la estrella de mar en el Mediterráneo. Las pequeñas cosas. Las sencillas. Las que antaño parecían algo más atrapadas en el bullicio de un planeta que giraba demasiado deprisa. El aroma de una higuera ha sido suficiente para reconciliarnos con la luz que tanto ansiábamos. En el aire, pensamientos y cosas que decir.


Seis meses atrás. Mes de marzo en el que todo se paralizó y el eco de todo nos pareció más fuerte.


Al principio todo era nuevo y angustioso. También una oportunidad para quienes querían bajarse de un mundo rápido y ser conscientes del tiempo preciado. Y así, nos dimos cuenta de que cantarle a una planta, cocinar pan o asomar la cabeza por la ventana mientras llovía no estaba tan mal.


Pero éste verano no íbamos a hacer ese viaje, nuestro destino: nuestro pueblo, nuestro país, la casa de nuestros padres. Y en muchos casos, trasladando la oficina a la habitación de nuestra infancia. 

 

Y así marchamos. Con la boca cubierta y el gel de manos en ristre. Viajando por carreteras que parecían más nuestras que nunca.


Y así descubrimos que el azul del mediterráneo era mucho más azul, que las gaviotas graznan de cien formas distintas. Que hay buganvillas en la calle donde alguien olvidó una barca. Y el aroma de una higuera que todo lo inunda y te reconcilia con algún lugar perdido en la memoria. Porque siempre fue necesario, pero quizás nunca antes apreciamos tanto todas esas pequeñas cosas.


Nunca antes vivimos con tanta incertidumbre. Pero tampoco apreciamos tanto el momento presente.

 

 

 




martes, 8 de septiembre de 2020

Vuelta al Cole

 



A todos los niños que han empezado o empezarán el curso en los próximos días, sobre todo a los más pequeños, la vuelta al cole.


Ojalá todo salga bien y puedan llegar por lo menos, por lo menos, ... a Navidades.  😆  


Cómo se dibuja un niño. Gloria Fuertes


Para dibujar un niño hay que hacerlo con cariño.
Pintarle mucho flequillo,
que esté comiendo un barquillo;
muchas pecas en la cara que se note que es un pillo;

Continuemos el dibujo: redonda cara de queso.
Como es un niño de moda, bebe jarabe con soda.
Lleva pantalón vaquero con un hermoso agujero;
camiseta americana y una gorrita de pana.

Las botas de futbolista, porque chutando es artista.
Se ríe continuamente, porque es muy inteligente.
Debajo del brazo un cuento por eso está tan contento.
Para dibujar un niño hay que hacerlo con cariño.