Las altas temperaturas tienen una influencia directa en el sexo con el que nacen las tortugas verdes, de tal manera que hay más probabilidad que nazcan más hembras que machos por este factor. Debido al cambio climático, se ha observado una "feminización" de esta especie, lo que puede suponer una amenaza si no nacen machos también.
A partir del día 20 de incubación la temperatura ambiental determinará el sexo.
El sexo de las crías de estos animales depende de la temperatura de la arena en la que ponen los huevos: la arena más caliente provoca el aumento de la proporción de crías hembra. Por tanto, el cambio climático es el culpable de una crisis en las proporciones de sexos de las tortugas marinas. Unos cuantos machos para cientos de hembras, concretamente 116 hembras por cada ejemplar macho.
Sin embargo, ésta no es la única consecuencia del cambio climático para las tortugas. Porque el aumento de eventos climáticos extremos, como huracanes y ciclones tropicales, también ponen en peligro su hábitat, inundando sus nidos y erosionando las playas. A medida que sube el nivel del mar, se reduce su hábitat y los lugares de desove.
El aumento de la temperatura puede provocar cambios en las corrientes de los océanos. Así, las tortugas podrían tener que cambiar sus migraciones y lugares de desove, habitualmente volvían al lugar en el que nacieron, encontrando lugares que podrían no ser ideales para su supervivencia y desarrollo.
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