Es tan grande que caben 8 sistemas solares.
Ha hecho falta idear un radiotelescopio del tamaño de la
Tierra para poder observar el agujero negro supermasivo que
hay en el centro de la Vía Láctea y el de la galaxia M87.
Aun así, como los agujeros negros son invisibles, lo que se habrá visto es su
sombra proyectada sobre la materia luminosa que lo rodea.
Los resultados de las observaciones han sido presentados hoy en
varias ruedas de prensa simultáneas organizadas por el consorcio EHT (iniciales
en inglés de Telescopio del Horizonte de Sucesos). Además de confirmar –o no-
la existencia de los agujeros negros, la investigación permitirá comprobar la
validez de la teoría de la relatividad general de Albert Einstein en
las condiciones de gravedad extrema de un agujero negro supermasivo. Además, se
espera que aclare cómo se originan los chorros relativistas que emanan de los
mayores agujeros negros y que parecen influir en la evolución de las galaxias.
El agujero negro del centro
de la Vía Láctea tiene un radio de unos 22 millones de kilómetros,
o siete veces menos que la distancia entre el Sol y la Tierra. Si estuviera en
el lugar del Sol, no llegaría ni a la órbita de Mercurio, el planeta más
cercano a la estrella. Como se encuentra a una distancia de 26.000 años luz, su
tamaño aparente en el cielo es tan pequeño como el que tendría una naranja situada
en la superficie de la luna, según la comparación que hace Sheperd Doeleman,
astrofísico de la Universidad de Harvard y director del proyecto EHT.
El agujero negro del centro de la galaxia M87, por su parte, es
1.500 veces mayor que el de la Vía Láctea, pero se encuentra 2.000
veces más lejos. Por ello, su tamaño apartente en el cielo es aún más pequeño,
similar al que tendría una pelota de golf en la superficie de la luna.
Para distinguir algún detalle haría falta un telescopio con una resolución de
más de mil veces superior a la del Hubble. Debería ser un radiotelescopio para
captar las ondas de radio procedentes del centro de la galaxia y debería tener
un diámetro de miles de kilómetros.
A falta de un observatorio de este tamaño, el consorcio EHT ha coordinado
las señales captadas por ocho radiotelescopios situados en Norteamérica,
Sudamérica, Hawai, Europa y la Antártida para crear un telescopio virtual con
un diámetro casi tan grande como la Tierra. Uno de estos radiotelescopios, el
IRAM, de 30 metros de diámetro, está situado en España junto al pico Veleta de
Sierra Nevada.
Para que los radiotelescopios pudieran observar el centro de la Vía Láctea y
de la galaxia M87 simultáneamente, ha hecho falta que hubiera cielos despejados
al mismo tiempo en todos los observatorios, o en la mayoría de ellos. Se han
generado unos 2 petabytes de datos (es decir, 2.000 billones de datos)
por cada noche de observación, que se han procesado principalmente en un
superordenador del Instituto de Tecnología de Massachusetts, en EE.UU.
Según ha escrito el equipo del EHT en un documento en el que describe el
proyecto, “esta tecnología puede abrir una nueva ventana en el estudio de la
relatividad general (…), los procesos en la frontera de los agujeros negros, la
existencia de horizontes de sucesos y la física fundamental de los agujeros
negros”.
Por Josep Corbella (La vanguardia)