El “teléfono rojo” de la Guerra Fría, una línea
directa entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
“La paz del mundo pendía de un hilo, pero tomó casi
doce horas para que un mensaje de una superpotencia llegara a la otra”,
escribió Michael Dobbs en su fundamental recuento de la crisis “Un minuto para
la medianoche” (“One Minute to Midnight”).
Estos mensajes, además, estaban redactados en el lenguaje opaco de la diplomacia de una superpotencia, que impedía al redactor admitir cualquier equivocación.
Para
agilizar la comunicación y reducir el riesgo de una guerra nuclear, los dos
gobiernos establecieron lo que llegó a conocerse como el “teléfono rojo”. Pero el famoso teléfono rojo que
conectaba al presidente de los Estados Unidos con el líder de la URSS en Moscú
nunca existió.
La comunicación directa se estableció después de la Crisis de los misiles cubanos en 1963, pero por razones desconocidas este artefacto tomó la forma de un teléfono rojo, y que al parecer, no era otra cosa que un cable que transmitía mensajes escritos.
La comunicación directa se estableció después de la Crisis de los misiles cubanos en 1963, pero por razones desconocidas este artefacto tomó la forma de un teléfono rojo, y que al parecer, no era otra cosa que un cable que transmitía mensajes escritos.
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