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lunes, 17 de enero de 2011

En los límites del Espacio

Casi a diario, las grandes antenas de la Red Espacio Profundo de la NASA se dirigen a una pequeña parcela en blanco ubicada en la constelación Ophiuchus. Apuntando hacia la nada, o al menos eso parece, las antenas recogen invariablemente una señal, débil pero llena de inteligencia. La fuente se encuentra más allá de Neptuno, más allá de Plutón, en el límite de las propias estrellas.

Se trata de la Voyager 1. Que muchos años más tarde, continuando su viaje, se encontraba con algunas cosas extrañas .

Nuestro sistema solar completo — planetas y demás— se asienta en el interior de una colosal burbuja de gas cuatro veces más grande que la órbita de Neptuno. El responsable es el Sol, el cual hincha la burbuja por medio del viento solar. Los astrónomos llaman a esta burbuja "la heliosfera" y a su membrana exterior la denominan "la heliofunda".

La Voyager 1 ha alcanzado como primer objeto construido por el hombre, la zona llamada frente de choque de terminación, y continuará viajando por la región conocida como heliofunda, la última frontera del Sistema Solar, próxima a la heliopausa.

La heliofunda es importante para los humanos, nos ayuda a protegernos de los rayos cósmicos galácticos, ( partículas subatómicas aceleradas a casi la velocidad de la luz por supernovas y agujeros negros ).

El viento solar en la heliofunda es más lento de lo que nadie se esperaba. "Se supone que el viento solar se ralentiza allí", comenta Stone, "pero no suponíamos que fuese así de despacio". Los investigadores esperaban que la Voyager 1 encontrase el mayor número de rayos cósmicos anómalos en el borde interior de la heliofunda "porque ahí es donde pensábamos que se producían".

¡Sorpresa!: la Voyager cruzó el límite en agosto de 2005 y no hubo un aumento en los rayos cósmicos. Solo 480 millones de kilómetros más tarde, empezó a incrementarse la intensidad. "Esto es realmente desconcertante", comentaba Stone. "¿De dónde vienen estos rayos cósmicos anómalos?". La Voyager 1, podría encontrar la fuente, y quién sabe qué más, en su viaje.

La heliofunda tiene un espesor de 4.800 a 6.400 millones de kilómetros, y la Voyager 1 atravesará su interior durante al menos otros 10 años. Eso es una gran extensión de nuevo territorio para explorar y mucho tiempo para encontrar más sorpresas.
En mayo del 2008, el Voyager 1 estaba en 12.45° declinación y a 17.125 horas de ascensión derecha, en dirección de la constelación de Ofiuco.


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