En septiembre del mismo
año, Einstein leía su credo a viva voz ante la Liga Alemana de Derechos
Humanos. Existen, supuestamente, solo 10 grabaciones originales en vinilo de estas palabras.
“Mi Credo".
Resulta una bendición especial pertenecer
a aquellos que pueden dedicar sus mejores energías a la contemplación y
exploración de las cosas objetivas y atemporales. Qué feliz y agradecido estoy
por haber recibido esta bendición, que otorga un alto grado de independencia en
relación al destino personal de alguien y la actitud de sus contemporáneos. Sin
embargo, esta independencia no debe habituarnos a la conciencia de los deberes
que constantemente nos atan al pasado, presente y futuro de la humanidad en
general. Nuestra situación en la Tierra parece extraña. Cada uno de nosotros se
aparece aquí, involuntariamente y sin ser invitado, para una estadía corta, sin
saber por qué o para qué. En nuestro día a día únicamente percibimos que el hombre
está aquí para el bien de los otros, para aquellos que amamos y por muchos
otros seres cuyo destino está conectado con el nuestro. Muchas veces me
perturba la idea de que mi vida está basada en gran parte en el trabajo de mis
compañeros seres humanos, y soy consciente de mi enorme deuda con ellos.
No creo en el libre
albedrio. Palabras de Schopenhauer: “El hombre puede hacer lo que quiera,
pero no puede querer lo que quiera”, me acompañan en todas las situaciones a lo
largo de mi vida y me reconcilian con las acciones de los otros, incluso aunque
me resulten muy dolorosas. Esta conciencia de la falta de libre albedrio me
impide tomarme a mí mismo y a mis colegas muy en serio como individuos de
acción y decisión, y me hace perder los estribos.
Nunca codicié riqueza ni lujo y hasta lo
desprecio de cierta forma. Mi pasión
por la justicia social muchas veces me llevó a un conflicto con
las personas, así como mi aversión a cualquier obligación y dependencia que no
considero absolutamente necesarias. Tengo un gran respeto por el individuo y
una aversión insuperable por la
violencia y el fanatismo. Todos estos motivos me hicieron un
pacifista apasionado y antimilitarista. Estoy contra cualquier chovinismo,
incluso bajo el disfraz de un simple patriotismo.
Los privilegios basados en la posición y
propiedad siempre me parecieron injustos y perniciosos, así como cualquier
culto exagerado a la personalidad. Soy un adepto al ideal de la democracia, aunque conozco
muy bien las debilidades de la forma democrática de gobierno. La igualdad
social y la protección económica del individuo siempre me parecieron objetivos
comunes importantes del estado.
Aunque sea un típico solitario en mi vida
diaria, mi conciencia de pertenecer a la comunidad invisible de aquellos
quienes luchan por la verdad, la belleza y la justicia me impide sentirme solo.
La experiencia más bella y más profunda
que un hombre puede tener es el sentido del misterio. Es el principio
fundamental de la religión, así como de todo esfuerzo serio en el arte y en la
ciencia. Aquel que nunca tuvo esta experiencia me parece que, si no está
muerto, entonces, por los menos debe estar ciego.
Darse cuenta que detrás de todo lo que
puede ser experimentado hay algo que nuestra mente no puede comprender, cuya
belleza y magnificencia nos alcanza apenas indirectamente: eso es religiosidad. En este
sentido, soy religioso. Para mí, basta cuestionar estos secretos e intentar
humildemente entender con mi mente una mera imagen de la estructura elevada de
todo lo que existe.”
Otro documento destacado es una carta de Einstein a Marie Curie en 1911, en la
que dice a su estimada colega, que ignore a los enemigos.
(Archivos de Albert Einstein, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, en Israel.)