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lunes, 3 de junio de 2019

¿Los ojos, la ventana del alma?


Las curiosas reacciones inconscientes que se producen en nuestro cerebro al mirar a los ojos a otra persona.


 
 
El contacto visual, al final, es una parte natural de la mayoría de las conversaciones, pero casi siempre es importante, ya que, lo que cuentan nuestros ojos y el contacto visual, puede cambiar lo que pensamos sobre la persona que nos mira.



Además, sostener la mirada de alguien involucra una serie de procesos cerebrales, ya que nos damos cuenta de que nos estamos relacionando con la mente de esa persona. En consecuencia, nos hace ser más conscientes de la existencia de la otra persona, de que tiene una mente y una perspectiva propias, lo que, a su vez, nos hace más conscientes de nosotros mismos.
 
Se pueden notar estos efectos con especial intensidad si alguna vez aguantamos la mirada de un mono o un simio en un zoológico: es casi imposible no rendirse a la sensación de que son seres conscientes que te juzgan y te examinan.
 
Al mirar a los ojos a otra persona, es casi como una escena de cine: el resto del mundo se desvanece hasta volverse gris, mientras tú y esa otra persona están momentáneamente conectados, conscientes de que ella te mira a ti y tú a ella. Se activa una franja de actividad cerebral relacionada con la cognición social, es decir, en el hecho de pensar en nosotros mismos y en otras personas.



A veces  interrumpimos el contacto visual con otra persona para concentrarnos mejor en lo que estamos diciendo o pensando. Algunos psicólogos incluso, recomiendan mirar hacia otro lado como estrategia para ayudar a los niños pequeños a responder preguntas.

 Es verdad, también, que un exceso de contacto visual puede hacernos sentir incómodos. De hecho, las personas que miran fijamente durante mucho tiempo pueden parecer espeluznantes.

 Existe el proceso conocido como "mimetismo de la pupila" o "contagio de la pupila", según el cual nuestras pupilas y las de la otra persona se dilatan y se contraen en sincronía si nos acercamos y nos miramos fijamente. Esto se interpreta como una forma de mimetismo social subconsciente, una especie de danza ocular, y se percibe como un gesto romántico.

Sea como sea, hace siglos que la sabiduría popular ya consideraba que las pupilas dilatadas eran atractivas. En diversos momentos de la historia, las mujeres incluso utilizaron un extracto de planta para dilatarse deliberadamente las pupilas como forma de hacerse más atractivas (de ahí el nombre coloquial de la planta: (" Belladona”)

Todo esto sugiere que, hay mucha verdad en el viejo dicho que reza que: los ojos son la ventana del alma”. De hecho, hay algo increíblemente poderoso en el hecho de mirar profundamente a los ojos a otra persona. Dicen que los ojos son la única parte de nuestro cerebro que está directamente expuesta al mundo.

Cuando mires a otra persona a los ojos, piensa: quizás sea lo más cerca que esté de que se "toquen los cerebros", o las almas, si se es más poético en estas cosas.

 

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