Hola de nuevo. Os deseo una feliz vuelta a la vida cotidiana.
El verano es la estación en la que vivo, es la estación del año que más me gusta, y siempre que hay cambios en mi vida, para bien o para mal, suceden en verano. Es como si cambiara la piel para quitar arañazos, o, para no quedarme pequeña dentro de ella.
Este verano – como no - también ha habido cambios, aunque quizá menos que otros, ha sido más apacible, es como si la piel, a base de renovarse y renovarse se puliera tanto que, todo aquello desagradable que acontece, no se llegase a incrustar del todo, y empezase a resbalar.
Siempre que hay un cambio interior, también lo hay exterior, todo lo que acontece por dentro se exterioriza por fuera. Hay cosas que no se pulen, ni cambian, ni resbalan, y, quedan en el rincón más profundo del recuerdo como okupas, sin poder hacer nada para que esto no suceda, deberíamos poderlas borrar como se borra un arañazo, o, mejor aún, todos deberíamos tener un agujero negro que absorbiese todas las cosas negativas que nos hacen daño.
Pero lo importante es, que he desconectado por completo, fuera reloj, fuera hábitos de horarios, he comido cuando he tenido hambre, he dormido cuando he tenido sueño, he…¿?....¡en fin! He hecho lo que me ha dado la gana. Mucho sol, mucho aire, mucha agua, mucha lectura, muuuucho relax, tanto, que en alguna ocasión me sorprendí cantando: “Y estamos tan agustitoooo….”
Dicen, que el síndrome postvacacional cada vez se da menos, por aquello de que quién puede volver al trabajo es enormemente afortunado, ya que si vuelve es porque lo tiene.
Deseo lo mejor a todos.
Este verano – como no - también ha habido cambios, aunque quizá menos que otros, ha sido más apacible, es como si la piel, a base de renovarse y renovarse se puliera tanto que, todo aquello desagradable que acontece, no se llegase a incrustar del todo, y empezase a resbalar.
Siempre que hay un cambio interior, también lo hay exterior, todo lo que acontece por dentro se exterioriza por fuera. Hay cosas que no se pulen, ni cambian, ni resbalan, y, quedan en el rincón más profundo del recuerdo como okupas, sin poder hacer nada para que esto no suceda, deberíamos poderlas borrar como se borra un arañazo, o, mejor aún, todos deberíamos tener un agujero negro que absorbiese todas las cosas negativas que nos hacen daño.
Pero lo importante es, que he desconectado por completo, fuera reloj, fuera hábitos de horarios, he comido cuando he tenido hambre, he dormido cuando he tenido sueño, he…¿?....¡en fin! He hecho lo que me ha dado la gana. Mucho sol, mucho aire, mucha agua, mucha lectura, muuuucho relax, tanto, que en alguna ocasión me sorprendí cantando: “Y estamos tan agustitoooo….”
Dicen, que el síndrome postvacacional cada vez se da menos, por aquello de que quién puede volver al trabajo es enormemente afortunado, ya que si vuelve es porque lo tiene.
Deseo lo mejor a todos.
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