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miércoles, 9 de septiembre de 2015

El cerebro de una persona enamorada.


En esta época estival en la que salimos más, compartimos con amigos, conocemos gente ..., seguramente, más de uno se habrá enamorado. Y aunque el enamoramiento no es ninguna enfermedad, cerebralmente y desde lejos lo puede parecer.
 
 
 

Existen cinco cosas, más o menos insólitas, que el amor parece hacer con la mente.

1. Crea adicción. De entre las áreas cerebrales estimuladas por el amor, unas destacan sobremanera: las que conforman el circuito de recompensa, entre ellas, el núcleo accumbens, una pequeña zona situada unos centímetros detrás de los ojos, muy sensible a la dopamina (neurotransmisor que aumenta enormemente con el enamoramiento) y al que se conoce, popularmente, como el centro del placer. Es el que se activa cuando recibimos un premio, cuando tenemos sed y bebemos agua o cuando consumimos prácticamente cualquier tipo de droga, este circuito de recompensa es también el circuito de la adicción, de ahí el carácter adictivo de las primeras fases del amor.

2. Nos remite a la familia, queramos o no. La oxitocina y la vasopresina son dos pequeñas hormonas cuya máxima producción tiene lugar en momentos aparentemente lejanos al enamoramiento: en el parto y durante la lactancia (a medida que el bebé succiona del pezón). Entre sus muchas funciones están la de fortalecer el vínculo entre la madre y el hijo. Y de ello se aprovecha también el amor (romántico).
En el enamoramiento se aumenta la producción de oxitocina y vasopresina. Esto tiene sentido desde un punto de vista evolutivo: se gasta un tiempo y una energía en encontrar a una pareja idónea. Una vez conseguida, el lazo debe reforzarse para tratar de garantizar que ambos cuidarán de la posible descendencia. Así es al menos como la naturaleza tiende a “pensar”.

3. Nubla el juicio y la razón. Los científicos suelen usar lo que se conoce como “resonancia magnética funcional”, técnica que capta la mayor o menor llegada de oxígeno a cada área, un sinónimo de la demanda que la actividad crea. Durante el enamoramiento, el circuito de recompensa trabaja con especial fervor, la corteza prefrontal parece “apagarse”. Esta última es el área del cerebro más propiamente humana, la responsable fundamental de nuestra capacidad de razonar y emitir juicios elaborados.
Las consecuencias: el amor nubla, al menos sobre la persona amada, la capacidad crítica. Eso explicaría la creencia de que “el amor es ciego”, o incluso la sentencia de Ortega y Gasset, que lo definió como “un estado de imbecilidad transitorio”…. Pero obedece a una razón: aumenta las posibilidades de unión. O, resumido por Nietzsche, “siempre hay algo de locura en el amor, pero siempre hay algo de razón en la locura.”

4. Produce estrés y da valor. El amor produce una ola de estrés a lo largo del tiempo. En un principio el cerebro manda señales para que se produzca más adrenalina y, ese grado de estrés, permite superar el miedo inicial, lo que se conoce como neofobia. Con los meses el mecanismo disminuye, dando lugar a una sensación de tranquilidad (el resto de hormonas y circuitos implicados también se modulan con el tiempo).
 Lo curioso es que este fenómeno es uno de los pocos
en los que los acontecimientos cerebrales entre amor romántico y maternal no se solapan, porque en el cerebro de una madre, también tiene lugar una activación del área de recompensa y una subida de dopamina; igualmente, hay un aumento claro de oxitocina y vasopresina; e incluso también se produce una inhibición de la corteza prefrontal (la madre “suspende el juicio” cuando de su hijo se trata).

5. Te hace monógamo (o no). La ciencia no ha sido capaz de determinar aún si por naturaleza somos monógamos, polígamos o monógamos secuenciales, pero sí se saben algunas de las cosas que influyen en esta realidad. Algunas variantes de los receptores de vasopresina, por ejemplo, se han asociado con una mayor o menor promiscuidad.

En resumen, que la razón no puede comprender a la pasión en toda su complejidad. Porque la ciencia será capaz de decirnos muchas cosas sobre la química y los mecanismos cerebrales implicados en el amor, pero no nos hará entender su magia, eso solo se puede entender estando enamorado. Es posible que su esencia se entienda mejor desde la poesía, la música o el arte, y la ciencia pueda contribuir a comprender parte de su misterio.
 

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