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viernes, 22 de julio de 2011

Fernando Sabater


Dice Fernando Savater :  “Cuando cualquiera se empeñe en negarte que los hombres somos libres, te aconsejo que le apliques la prueba del filósofo romano”.

“En la antigüedad, un filósofo romano discutía con un amigo que le negaba la libertad humana, y aseguraba que todos los hombres no tienen más remedio que hacer lo que hacen……..El filósofo, cogió su bastón y empezó a darle estacazos con toda su fuerza. “Para, ya está bien, no me pegues más,” – le decía el otro .  Y el filósofo sin dejar de zurrarle, continuó argumentando: “¿No dices que no soy libre y que lo que hago no tengo más remedio que hacerlo? Pues entonces no gastes saliva pidiéndome que pare: soy automático”. Y hasta que el amigo no reconoció que el filósofo podía libremente dejar de pegar, el filósofo no suspendió su paliza”.

                                                      F. Savater. “Ética para Amador

domingo, 17 de julio de 2011


La típica costumbre de refrescar nuestras bebidas usando pequeños cubitos de hielo se debe al tesón (o en realidad, terquedad) de Frederic Tudor, un norteamericano al que hace dos siglos le pareció ver un gran negocio en el transporte y fraccionamiento de grandes bloques congelados, y que pese a las burlas iniciales de sus contemporáneos, amasó una enorme fortuna y llegó a ser conocido como “El Rey del Hielo”.

Claro que, los comienzos no fueron muy sencillos. Mostrándose escépticos por lo extraño del cargamento, ningún dueño de buque mercante aceptó transportar la fría carga, viéndose forzado a invertir todos sus ahorros en la compra de un navío propio.

Su primer objetivo consistió en exportar los bloques de hielo a la isla de Martinica, en donde pensaba obtener el monopolio de las bebidas refrescantes, pero resultó un fracaso. Los lugareños no estaban dispuestos a estropear el sabor de sus bebidas locales y se negaron a comprar el hielo de Tudor, quien veía con desesperación cómo su mercadería se derretía sin remedio.

Tudor viajó por todo el país ofreciendo su original producto. Poco a poco, convenció a los dueños de los bares para que vendiesen las bebidas con hielo al mismo precio que al natural, enseñó a los restaurantes cómo fabricar helados usando sus bloques de hielo y hasta dialogó con los médicos en los hospitales para explicarles que el hielo resultaba una cura ideal para los pacientes afiebrados. Lo cierto es, que las personas jamás habían necesitado el hielo hasta que Tudor se lo hacía probar, y de ahí en adelante, no podían vivir sin él.

Finalmente, la obsesión de Tudor por los cubitos de hielo dio sus merecidos frutos, se le conoció como “El Rey del Hielo”, falleciendo próspero y feliz en 1864, varias décadas antes de que la llegada de la electricidad y los avances en los sistemas de refrigeración volvieran obsoleta a su industria.

viernes, 8 de julio de 2011

Unamuno. Poeta, dramaturgo, novelista, filósofo y ensayista español; de una sagacidad, agudeza e independencia poco frecuentes en la literatura hispánica. Unamuno.  El mejor prototipo del pensamiento filosófico-moral, aquél quién creó un nuevo género para sus novelas a las que llamaba nívolas, por aquello de no seguir las “leyes” de toda novela. Unamuno.  Poeta genial, uno de los mejores poetas líricos españoles de su siglo, muy suyo, inconfundible. En su poesía, Unamuno se deleita, se confiesa, se abre…



LA LUNA Y LA ROSA

En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
y el aroma de la noche
le henchía -sedienta boca-
el paladar del espíritu,
que adurmiendo su congoja
se abría al cielo nocturno
de Dios y su Madre toda...

Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma ...

Entre las zarzas, su nido,
era otra luna la rosa,
toda cabellos cuajados
en la cuna, su corola;
las cabelleras mejidas
de la Luna y de la rosa
y en el crisol de la noche
fundidas en una sola...

En el silencio estrellado
la Luna daba a la rosa
mientras la rosa se daba
a la Luna, quieta y sola.

                              -  Miguel de Unamuno -

lunes, 4 de julio de 2011

Miguel de Unamuno

Matar el tiempo es matar la eternidad.
 Dolor común

Cállate, corazón, son tus pesares
de los que no deben decirse, deja
se pudran en tu seno; si te aqueja
un dolor de ti solo no acíbares

a los demás la paz de sus hogares
con importuno grito. Esa tu queja,
siendo egoísta como es, refleja
tu vanidad no más. Nunca separes

tu dolor del común dolor humano,
busca el íntimo aquel en que radica
la hermandad que te liga con tu hermano,

el que agranda la mente y no la achica;
solitario y carnal es siempre vano;
sólo el dolor común nos santifica.