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miércoles, 28 de enero de 2015

¡¡¡ !!!



 

jueves, 22 de enero de 2015

¿Un «océano» bajo la superficie terrestre?

 

Los primeros análisis de los datos de la misión Rosetta, que en noviembre alcanzó al cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko, indicaban que el agua que contiene esa roca espacial no se parece a la de la Tierra. Lo cual supone un revés para la teoría de que las reservas de agua terrestres fueron aportadas a nuestro planeta durante el "Gran Bombardeo" cometario sucedido hace más de 3.000 millones de años.
 
Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos, aporta otra visión para ayudar a determinar si la Tierra fue capaz de fabricar su propia agua por medio de procesos geológicos o si ésta, efectivamente, nos llegó del espacio, a bordo de cometas y asteroides.
La respuesta podría ser que las dos hipótesis son ciertas, y que nuestros océanos se formaron tanto gracias a la producción interna de agua como a la aportación exterior. Y no solo eso. Según los autores de este trabajo, ahora mismo podría existir, en las profundidades de la Tierra, una cantidad de agua suficiente como para llenar el Océano Pacífico. Estas conclusiones fueron anunciadas hace apenas unos días durante una reunión de la Unión Geofísica Americana (AGU).
Según los investigadores, existe una "vía geoquímica", hasta ahora desconocida, gracias a la que la Tierra puede "secuestrar" y mantener en su interior una gran cantidad de agua durante miles de millones de años. Y lo que es más, liberarla a lo largo del tiempo en pequeñas dosis para "alimentar" a los océanos desde el interior.
 
Muchos investigadores han sugerido hasta ahora que la Tierra primitiva estaba muy caliente y seca, y que era por lo tanto incapaz de sustentar vida hasta que los cometas llegaron para depositar el agua en su superficie. El origen "extraterrestre" del agua de nuestro planeta es, hoy por hoy, la teoría dominante, aunque está aún lejos de ser probada de forma irrefutable.
De hecho, Wendy Panero y su equipo de la Universidad Estatal de Ohio sostienen una hipótesis bien distinta: que la Tierra se formó con grandes cantidades de agua en su interior, y que desde allí y gracias a la tectónica de placas, ese agua ha ido fluyendo continuamente hasta la superficie.
Saben desde hace mucho tiempo que el manto terrestre contiene agua. Aunque nadie ha podido averiguar cuánta. Y si es cierto que algún mecanismo geológico ha sido capaz de suministrar agua a la superficie durante todo este tiempo, ¿podría ser que el manto haya agotado sus reservas y ya no contenga agua en la actualidad?
 
Por desgracia, no existe forma de estudiar directamente las rocas del manto, que se encuentran a cientos de km. bajo la superficie. Así que Panero y sus colegas tuvieron que poner a prueba su hipótesis llevando a cabo experimentos de física a muy altas presiones y complejos cálculos por ordenador.
"Cuando buscamos el origen del agua de la Tierra -explica Panero- lo que realmente nos preguntamos es la razón por la que nuestro mundo es tan diferente de los demás planetas. En este Sistema Solar, la Tierra es única porque existe agua líquida en la superficie. Y nosotros somos también el único mundo que cuenta con una activa tectónica de placas. Tal vez toda ese agua en el manto sea clave para la tectónica de placas, y quizá fue precisamente eso lo que hizo de la Tierra un lugar habitable".
La idea central de la investigación es que rocas que a simple vista pueden parecer secas podrían, incluso en la actualidad, contener agua en forma de átomos de hidrógeno atrapados en sus pequeñas cavidades internas.
 Por otra parte, sabemos que el oxígeno forma parte de muchos minerales, por lo que si una roca contiene también hidrógeno, pueden darse reacciones químicas que lo liberen y permitan que se mezcle con el oxígeno para formar agua.
Si el escenario demuestra ser correcto, la Tierra podría tener en sus entrañas, incluso en la actualidad, más de la mitad de toda el agua que fluye por su superficie. Lo cual, según Panero, equivaldría al volumen del Océano Pacífico.
 
Panero considera esta compleja relación entre la tectónica de placas y el agua de la superficie terrestre como "uno de los mayores misterios de las ciencias geológicas". Pero este estudio ha contribuido a aumentar las sospechas de que, de alguna forma, la convección del manto es capaz de regular la cantidad de agua que contienen los océanos.

lunes, 12 de enero de 2015

Federico Moccia.

 



Niki se echa a reír y se esconde detrás de un jazmín.
 Pequeño. Demasiado pequeño para una sonrisa tan espléndida.
-Conmigo ha sido sincero.-Niki mordisquea otro jazmín. Chupa el néctar.- Oye, sabe riquísimo. ¿Me das un beso?
-Pero, Niki, yo...
-Chissst... ¿Hay algo más simple que un beso?
-Pero tu y yo... es complicado.
-Chisst ...deja que hable tu corazón.
 
Niki se le acerca. Apoya su mano sobre el corazón de Alessandro. Después la oreja. Y se pone a escuchar. Y aquel corazón emocionado late con fuerza. Y Niki sonríe.-Puedo oírlo.-Y se aparta de su pecho. Lo mira a los ojos y sonríe en la penumbra de la terraza.

-Dice que no
-¿Que no a qué?
-A que entre tú y yo las cosas no son complicadas. Son simples.
-Ah, ¿si?
-Sí. Y luego le he preguntado: "¿Qué hago lo beso?"
-¿Y que te ha dicho?
-Me ha dicho que tú no lo pones fácil, pero que también eso es simple ...

Alessandro se rinde. Y Niki se le acerca lentamente. Y lo besa. Dulce. Amable. Tierna. Suave. Ligera. Como un jazmín. Como Niki. Coge los brazos que Alessandro tiene caídos y abandonados y se los pone alrededor del cuello. Y sigue besándolo. Ahora con más pasión. Alessandro no se lo puede creer. Diablos. Estamos en medio de los jazmines. Se deja amar. Así, con una sonrisa. Una simple sonrisa. Niki se baja los tirantes del vestido y lo deja caer al suelo. Se queda así, en bragas y sujetador y nada más. Con la espalda apoyada en los jazmines, sumergida en aquellas pequeñas florecitas, perdida en aquél perfume, como una rosa deshojada con delicadeza en aquella mata por azar."


                   Fragmento de  "Perdona si te llamo amor
".
 
 
 
                                                     

martes, 6 de enero de 2015

DE COLORES.


 Vamos a empezar este 2015 con alegría, y nada mejor para esto que, empezar con mucho colorido.




 Hablemos del color, ya que, el color es una sensación con carácter peculiar y capaz de producir, además, una emoción.

 
El color actúa sobre el alma, despierta las emociones y calman o agitan las ideas. Distingue el estilo, aportando identidad a los espacios. Y, si de la naturaleza se trata, es un tinte original que colorea los pétalos que se abren en cada temporada, tiñe prados y bosques de mil colores dando rienda suelta a nuestras mejores sensaciones, sentimientos, diferentes estados de ánimo, nos transmite mensajes, nos expresa valores, …

Ha sido estudiado por científicos, físicos, filósofos y artistas. Cada uno en su campo y en estrecho contacto con el fenómeno del color, llegaron a diversas conclusiones, muy coincidentes en algunos aspectos.
 
Según Isaac Newton, es una sensación que se produce en respuesta a una estimulación nerviosa del ojo, causada por una longitud de onda luminosa. El ojo humano interpreta colores diferentes dependiendo de las distancias longitudinales.
 
Aristóteles, definió que, todos los colores se conforman con la mezcla de cuatro colores y además otorgó un papel fundamental a la incidencia de luz y la sombra sobre los mismos. Estos colores que denominó como básicos eran los de tierra, el fuego, el agua y el cielo.
 
Siglos más tarde, Leonardo Da Vinci definió al color como propio de la materia, adelantó un poquito más definiendo la siguiente escala de colores básicos: primero el blanco como el principal ya que permite recibir a todos los demás colores, después en su clasificación seguía amarillo para la tierra, verde para el agua, azul para el cielo, rojo para el fuego y negro para la oscuridad, ya que es el color que nos priva de todos los otros. Con la mezcla de estos colores obtenía todos los demás, aunque también observó que el verde también surgía de una mezcla.
 

Sin embargo, fue Isaac Newton quien estableció un
principio hasta hoy aceptado: la luz es color. En 1665
Newton descubrió que la luz del sol al pasar a través
 de un prisma, se dividía en varios colores
conformando un espectro.
 
Lo que Newton consiguió fue la descomposición de
 la luz en los colores del espectro. Estos colores son
básicamente el Azul violáceo, el Azul celeste, el
 Verde, el Amarillo, el Rojo anaranjado y el Rojo
púrpura. Este fenómeno lo podemos contemplar con
mucha frecuencia, cuando la luz se refracta en el
 borde de un cristal o de un plástico. También
cuando llueve y hace sol, las gotas de agua de la
 lluvia realizan la misma operación que el prisma de
Newton y descomponen la luz produciendo los
colores del arco iris.
 
También para Göethe era muy importante
 comprender la reacción humana a los colores, y su
investigación fue la piedra angular de la actual
 psicológica del color. Desarrolló un triángulo con
tres colores primarios rojo, amarillo y azul. Tuvo en
cuenta que este triángulo como un diagrama de la
 mente humana y relacionó a cada color con ciertas
emociones.
 

El mundo es de colores, donde hay luz, hay color. Y la percepción de las formas, profundidad, etc., está estrechamente ligada a la percepción de los colores.

El arco iris, tiene todos los colores del espectro solar. Los griegos personificaron este espectacular fenómeno luminoso en Iris, la mensajera de los dioses, que descendía entre los hombres agitando sus alas multicolores.
 
 La luz blanca no ti ene color, pero los contiene todos. Lo demostró Isaac Newton; y, éste color, el blanco, es el que mayor sensibilidad posee frente a la luz. Es la suma o síntesis de todos los colores, y el símbolo de lo absoluto, de la unidad y de la inocencia, significa paz o rendición.
 
El color es la lengua materna del subconsciente.
Carl Gustav Jung.