Hoy domingo, con un día de sol y un cielo límpido y claro, de los que
gusta disfrutar a los que en su zona tiende a ser húmedo y gris, estoy con un cerebro mas plano que el de un
desaparecido en la prehistoria, y sin poder quejarme, ya que la lluvia contra
los cristales toda la noche, (uno de mis más deseados acontecimientos) es la que
se ha llevado mis horas de sueño. Las doy por bien empleadas… pero no sé ni como me llamo.
Hay veces, en los que el espíritu se encuentra como un barco de papel a
la deriva. Busca ansiadamente donde poder fijar el ancla sin que las corrientes
lo deshagan, y es difícil no dejarse impresionar por las mareas tan intrínsecamente
ligadas a la vida y a la vez ajenas a uno mismo. Solo la lucha por salvar lo
que se pueda, adormece el dolor de los esfuerzos.
Espero que tengáis un radiante día de sol en un mar en calma.
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