"Cuando se estrena
el amor, la seducción y el deseo
enturbian la percepción de las cosas. Sentirse
seducido hace perder el norte. Alguien se convierte,
de repente, en el centro
de la existencia. Todo lo
demás pasa a ocupar un nivel inferior. Cae al fondo
de un pozo que tiene la piedra oscurecida por los
años. Al mirar dentro nos
llega el atisbo de lo que
nos conmovía, el reflejo de las historias vividas, de
las personas que tuvieron un lugar. Lo único que
importa es la figura que
ilumina el presente con
una intensidad que apaga las pequeñas luces. [...]
La
realidad exterior se modifica en función de la
presencia de quien se quiere. El
paisaje, por
ejemplo, no nos causará una determinada
impresión según una mirada
objetiva. Veremos
montañas, ríos, garrigas, mares, pero los
juzgaremos desde un
único punto de vista. Si el otro
está cerca, serán muy bellos. Si está fuera,
nos
provocarán indiferencia o tristeza. Un paisaje de
otoño, que en algunas
circunstancias podría
producirnos desánimo, nos hace sentir eufóricos
cuando
nos espera la persona que queremos
encontrar. Un día soleado puede hacerse gris
al
saber que está ausente."
-Eres mi vida, eres mi
muerte - de María de la Pau
Janer.
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