El fulgor de la inexperiencia deslumbra los ojos y hace ver las cosas como a través de un hechizo, incapacita para no ver que el oro es carbón, y lo que creemos verdad, es una vulgar mentira.
El ser humano necesita acción, y si no la tiene, la inventa. Existen millones condenados a una existencia monótona, y otros, se rebelan contra su sino.
El hechizo de la aventura dulcifica la sensación, la brasa del orgullo la calienta, ... pero, los latidos del miedo, a veces, la perturba.
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