¡Ojú que caló! Las nueve de la tarde y a cuarenta sin Sol.
Un chapuzón en este mar de plata mientras Lorenzo saluda a Catalina.
La mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna, ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan misterioso trazo.
Derritense después en un abrazo,
tiritan las estrellas con ardiente
pasión de mero amor y el alma siente
que noche y mar se enredan en un lazo.
Y se baña en la obscura lejanía
de su germen eterno, de su origen,
cuando con ella Dios amanecía,
y aunque los viejos sabios leyes fijen,
ve la piedad del alma la anarquia
y que leyes no son las que nos rigen.
-M. de Unamuno -.
No hay comentarios:
Publicar un comentario